Esta es la fotografía más famosa de los 114 años de la revista Nacional Geographic.
Se hizo en 1984 por Steve McCurry, en un campo de refugiados en Pakistán, con la intención de mostrar al mundo el sufrimiento y la situación de las mujeres afganas.
En una de las muchas tiendas hacinadas y tras muchas fotos, se encontró con esta niña afgana, que tras el permiso de la profesora, miró hacia el objetivo de la cámara sin imaginar las repercusiones que su rostro causaría en el mundo.
La foto fue publicada en portada en 1985, causando un gran impacto social. Personas de todo el mundo inspiradas por esta fotografía, han trabajado como voluntarias en campos de refugiados.
Se hizo en 1984 por Steve McCurry, en un campo de refugiados en Pakistán, con la intención de mostrar al mundo el sufrimiento y la situación de las mujeres afganas.
En una de las muchas tiendas hacinadas y tras muchas fotos, se encontró con esta niña afgana, que tras el permiso de la profesora, miró hacia el objetivo de la cámara sin imaginar las repercusiones que su rostro causaría en el mundo.
La foto fue publicada en portada en 1985, causando un gran impacto social. Personas de todo el mundo inspiradas por esta fotografía, han trabajado como voluntarias en campos de refugiados.
Durante 17 años nadie supo su nombre. Fue tras ese tiempo cuando el fotógrafo MaCurry se embarcó en un viaje en busca de esta niña. Para identificarla se usaron métodos de reconocimiento del iris y técnicas del FBI para reconocimiento de rostros. En cuanto la vio, Steve no dudó de que era ella.
Se llama Sharbat Gula, y era una mujer de unos 30 años, casada y con cuatro hijos.
Fue su marido quien en esta segunda ocasión, dio el permiso para que retrataran a Sharbat. Demacrada por el paso de los años, por las penurias y guerras vividas, volvió a mirar al objetivo.
El rostro de Sharbat Gula volvió a ser portada del Nacional Geographic en 2002. Ya no era aquella niña asustada en el campo de refugiados, pero su mirada seguía ofreciendo al mundo la muestra del dolor sufrido.
Se llama Sharbat Gula, y era una mujer de unos 30 años, casada y con cuatro hijos.
Fue su marido quien en esta segunda ocasión, dio el permiso para que retrataran a Sharbat. Demacrada por el paso de los años, por las penurias y guerras vividas, volvió a mirar al objetivo.
El rostro de Sharbat Gula volvió a ser portada del Nacional Geographic en 2002. Ya no era aquella niña asustada en el campo de refugiados, pero su mirada seguía ofreciendo al mundo la muestra del dolor sufrido.
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